La Devastación que Reconstruyó una Ciencia

El terremoto de Lisboa de 1755 fue un hecho histórico notable que no solo devastara la ciudad, sino que también sentara las bases para la sismología moderna. La magnitud de la catástrofe y las respuestas intelectuales que generó transformaron la manera en que la humanidad entendía los terremotos.
El 1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos, entre las 09:30 y 09:40 de la mañana, un violento terremoto, seguido de un tsunami con olas de entre 6 y 15 metros que inundaron Lisboa y áreas cercanas; provocando también múltiples incendios devastadores que ardieron durante días; cuyo evento duró alrededor de 6 a 7 minutos que destruyeron casi por completo la ciudad de Lisboa. La catástrofe fue una de las más mortíferas de la historia, con una onda de choque que se sintió en gran parte de Europa, el norte de África y el Atlántico, con una magnitud estimada entre 8.7 y 9.0 en la escala de magnitud de momento: con epicentro en el océano Atlántico, a menos de 300 km de Lisboa. El número de víctimas mortales se estima entre 60,000 y 100,000 personas.
La destrucción fue tan masiva que no solo derrumbó edificios y monumentos, sino que también sacudió las estructuras del pensamiento filosófico y científico de la época. La visión de un mundo ordenado por la providencia divina se vio desafiada por la fuerza inexplicable de la naturaleza.
La Respuesta del Marqués de Pomba
En lugar de atribuir la catástrofe a la ira divina, el Marqués de Pombal, primer ministro del rey José I, adoptó un enfoque racional y científico. Envió una serie de preguntas a todas las parroquias del país para recopilar información detallada sobre el evento. El cuestionario incluía preguntas sobre la duración de los temblores, la dirección de los movimientos, el número de réplicas, y si el nivel del agua en los pozos había cambiado. Esta recopilación sistemática de datos, sin precedentes en la historia, marcó el primer intento de estudiar un terremoto de manera empírica.
El Nacimiento de la Sismología Empírica
Las respuestas al cuestionario del Marqués de Pombal proporcionaron una vasta cantidad de datos que permitieron a los estudiosos de la época analizar el fenómeno desde una perspectiva científica. Este método de investigación fue revolucionario. Al preguntar a las personas sobre sus experiencias directas, se pudo trazar un mapa de las zonas más afectadas y entender la propagación de las ondas sísmicas. Este enfoque metódico y documentado es lo que hoy conocemos como sismología, la ciencia que estudia los terremotos y las ondas sísmicas.
El Legado en el Pensamiento Moderno
El terremoto de Lisboa también influyó en el pensamiento filosófico y social de la Ilustración. Filósofos como Voltaire y Rousseau debatieron sobre las implicaciones del desastre, cuestionando la idea de un mundo perfecto y la naturaleza del mal. La reconstrucción de Lisboa bajo un plan urbanístico innovador, que incluía la primera arquitectura antisísmica del mundo, fue un triunfo de la ingeniería y la planificación. Edificios con estructuras de madera flexibles, conocidas como “jaulas pombalinas”, fueron diseñados para resistir futuros sismos, demostrando que la razón y la ciencia podían superar los desastres naturales.
Conclusión
El terremoto de Lisboa de 1755 fue una tragedia sin igual, pero su impacto trascendió la destrucción física. Actuó como un catalizador para el desarrollo de una nueva ciencia, la sismología, y obligó a la sociedad a confrontar las fuerzas de la naturaleza con la razón en lugar de la superstición. El legado del Marqués de Pombal no se encuentra solo en la ciudad reconstruida de Lisboa, sino en la metodología científica que inspiró y en la comprensión moderna de los desastres naturales.